sábado, 31 de octubre de 2009

ARQUISUR 2009 – XVIII EDICIÓN

El ARQUISUR es una asociación de Facultades y Escuelas de Arquitectura que se agrupan a partir de la necesidad de crear un espacio Académico ampliado, basándose en la cooperación científica, tecnológica, educativa y cultural de todos sus miembros1.


En motivo de su realización, la Universidad Nacional del Litoral recibió en la Facultad de Arquitectura, Diseño, y Urbanismo (FADU) a varios grupos estudiantiles con su respectiva apoyatura docente, que llegaron de todo la Argentina y de varios países limítrofes miembros del MERCOSUR para participar en el “Taller de Ideas para Alumnos”.
Según el diario “El Litoral”, edición online, allí trabajamos cerca de 500 estudiantes, que fuimos divididos en comisiones encabezadas por docentes locales2. Las propuestas proyectuales se correspondían a dos programas distintos para el alumnado considerando su condición de cursado: los niveles superiores trabajaron en la resolución de una residencia estudiantil, y los de niveles inferiores en una escuela de remo y casa de botes. El punto más interesante fue el sector a intervenir, ubicado frente a la Ciudad Universitaria, entre la Ruta Nacional Nº 168 y las costas del riacho Santa Fe.
Los contenidos y actividades del taller se llevaron a cabo a lo largo de dos jornadas, finalizando en una exposición global de los trabajos.
El desenvolvimiento de docentes y estudiantes a cargo (CEAD) se mantuvo dentro de los niveles que caracterizan nuestro sistema educativo: desorganización e informalidad consensualmente admitidas (para bien o para mal). Por lo tanto, en ese sentido, no hubo mayores sorpresas: estamos acostumbrados.

De todos modos, algo merece mi mención en pos de una crítica que llame a la reflexión.
Celebrando la apertura del taller, el Arq. Arroyo (profesor muy destacado y aparente encargado de guiar el encuentro) recibe a toda la concurrencia dirigiendo un mensaje de bienvenida especialmente a los invitados extra-facultad. (Recuerdo, por ejemplo, alumnos y alumnas de algunas provincias como Chaco y Tucumán, y de países limítrofes como Brasil y Paraguay). Con tono cálido y amigable, y concierto afán de resultar gracioso, enumeró dos ítems presentados como insorteables cuando uno se encuentra de visita en la Ciudad de Santa Fe: “comprar alfajores santafesinos”, y “sacarse una foto en el Puente Colgante”.
Seguido a eso, vendría una tercera opción: previa explicación del modo en que aquí se denomina a la cerveza no pasteurizada, que se toma directamente del barril, en medidas de 225cc –liso-; lanza una invitación a probar este producto santafesino comentando a modo de slogan que la expresión “ir a tomar un liso” significa “beber tantos vasos de cerveza como el cuerpo resista”.
Como era de esperar, todo el cuerpo docente y el alumnado completo rió en complicidad. Y yo, que hasta ahora no entiendo tal gracia, llegué incluso hasta avergonzarme. Pensaba, entre rabia e indignación, en cuántas medidas –por ejemplo- habían sido lanzadas desde el municipio para intentar controlar y corregir de algún modo los problemas de conducta y accidentes de tránsito que acarrea el exceso de alcohol, y cuán inútiles pueden ser los esfuerzos por concientizar sobre ello cuando desde los niveles superiores de enseñanza suceden estas cosas. Pero eso parecía no preocupar en el ámbito de la facultad, aún teniendo en cuenta que gran parte de los profesionales allí formados y formadores participan desde su disciplina en órganos municipales, ocupando diversos cargos.
Es una vergüenza que un docente universitario para ganar afinidades llegue al punto de aligerar hasta el extremo de lo gracioso un comportamiento moralmente desalineado y que en el marco de las responsabilidades civiles se cataloga como rotundamente desaprobable.
Pero eso no es todo. Como es razonable que sea, celebrar este encuentro merecía una fiesta. Los encargados de realizarla (miembros del centro de estudiantes de la facultad) en su discurso de bienvenida e invitación se apresuraron a aclarar que en el transcurso del evento festivo se iban a estar vendiendo el mismo tipo de bebidas que se pueden adquirir en cualquier boliche común. Supongo que por esto la fiesta debería ser mucho más atractiva, y que por ello varios docentes, previamente al festejo, habrían de mostrarse comprensivos ante el posible caso de que algún alumno o alumna bajo su cargo quisiera retrasar al día siguiente el comienzo de sus tareas por falta de sueño o resaca.
Creo que es justo, en base a esto, posicionarse en un cuestionamiento sincero sobre rol que debe interpretar cualquier autoridad en el marco educativo. El compromiso con la educación debe ser total, en el sentido de que debe abarcar a la persona en su integridad, más allá de lo estrictamente profesional. Y eso comprende abarcar los aspectos morales y culturales que atañen a un comportamiento ciudadano correcto. Quien ocupe un cargo en la docencia debe comprometerse en el desarrollo de las virtudes de sus estudiantes en el plano social, en donde se convive y se relacionan los individuos. Los espacios en donde se educa a la sociedad deben, por tanto, educarla en base a los principios comunes que rigen a todas las personas contenidas en un órgano de gobierno sostenido por la regla y por la ley, como lo son el municipio, la provincia, y la nación.
Yo quiero apostar a la juventud, y me resigno a la idea de que esté perdida. Pero como alumna y joven de mi ciudad, siento tristeza tras sucesos como este que me permiten identificar las mismas porquerías de la sociedad encarnadas en quienes debieran estar para construirla y remendarla. 


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